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domingo, 21 de septiembre de 2014

patética

Esta manía de sentirme tan inútil,  de parecer la persona más patética y denigrante de este mundo. Parece que todos los días son grises, que llevo una nube negra encima en la que no para de llover. Vivo mojada, atormentada como una niña pequeña a la hora de irse a la cama cuando pide a sus padres que miren el armario y debajo de la cama.
Soy esa chica que nunca aprenderá aunque cometa el error cien veces, o mil, soy esa que prefiere caerse en esa piedra que cada vez la hace más daño que perderla. Porque sí,  soy una persona que se siente sola y hundida y que se está rindiendo poco a poco con los holpes que la da la vida, que no tiene ganas de nuchar ni de aprender, que solo busca alguien con quién sentirse querida y protegida a cambio de lo que sea. ¿el mayor problemade todo esto? Fácil, que una vez la encontró y la perdió por ser una completa idiota. Y que cada vez que piendo que he encontrado a alguien parecido me da la hostia y así poco a poco todos los días hasta que no puedo más.
Dormirme llorando ya es una rutina,  los ataques de ansiedad son cada vez más frecuentes y vienen con más fuerza y me prometí a mi.misma que iba a luchar con todas mis fuerzas para salir de esto y ya me he vuelto a caer a perder el rumbo.
No sé que va a pasar mañana porque aún me da más miedo lo que pueda pasar hoy.
Hay gente que va y que viene en la vida pero hay personas que queremos que estén siempre y no lo conseguimos por ser unos egoístas y unos idiotas. Y hoy veo que no sigo adelante que sólo quiero retroceder.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Quejas, sonrisas y delirios.

¿Por qué matan gente inocente que quiere vivir? ¿por qué siempre se van los mejores?
Creo que cuando una persona se quiere ir de este mundo tiene sus motivos, y yo me incluyo en unas de estas personas. Este mundo es una agonía lenta y dolorosa, una mezcla de insatisfacción, prepotencia, malestar... La gente rica se queja aún pudiendo tener casi todo lo que quieren, menos el amor que no se compra con dinero y a veces eso es lo que falla. Muchas veces veo a los peques del tercer mundo sonreír más veces que alguien del primer mundo y me gustaría que todos lo supierais, ellos han aprendido a vivir solo del afecto de los que los rodean, sin tener nada, ni agua ni comida, mientras ven como la gente de su alrededor se va muriendo por distintas carencias. Pero ellos no se quejan son fuertes y luchan cada día por seguir adelante, mientras que nosotros no paramos de quejarnos y ojalá un día consigamos un amor como el que ellos tienen para darnos cuenta de que todo lo hemos estado queriendo solo eran bobadas.
Yo, una chica sin nombre, me doy cuenta de esto pero también creo que quién quiere morir es a causa de algún motivo, pero no es solo la gente del tercer mundo si no  también la gente enferma, y no solo las que tienen una enfermedad terminal, ellos quieren vivir y seguir adelante, conocer el mundo que los rodea y hoy puedo decir que me cambiaba por cualquiera de los que quiera vivir la experiencia que es la vida. Que yo me rindo, planto bandera blanca y me despido, pero quiero que la gente que no puede tener esto lo tenga y no sería justo que yo hiciera esto. Y que lo que para nosotros es  el cielo para otros puede ser una maravilla.
Cada uno tiene un motivo para querer hacer ciertas cosas, y creo que todo es respetable y ojalá yo pudiera hacer algo por esa gente que no puede tener lo mismo que yo, mientras yo no hago más que quejarme.

Para tí.

Querido veinticuatro;
quería que supieras que cada día lo que siento por ti crece en  mi interior, y que se me hace muy difícil estar separada de ti, ¿quién me va a dar  mimos ahora?, ¿quién me va a proteger de los monstruos del armario? ¿quién va a aguantar mis pique y mi malestar, mis llantos, mis risas sin más?
Hoy quiero decirte que te quiero, y que quererte es lo mejor que he hecho en un largo período de tiempo, y que no sé que va a pasar, pero pase lo que pase quiero seguir a tu lado. Porque bicho malo nunca muere y nosotros seremos eternos.
Y sé que soy un manojo de dudas y de inseguridades, que me vas a tener que parar una vez y otra, que voy a hacer cosas que nos debiliten y otras que nos hagan más fuertes, pero pase lo que pase voy a estar a tu lado y seguiré matando monstruos por ti. Que me hiciste pensar que el mundo era menos malo solo porque tú estás en él, me hiciste pensar que todo es posible luchando, porque ni la distancia nos separa. Me dan igual los kilómetros que haya entre nosotros, los días que estaré sin verte mientras te vuelva a ver y pueda demostrarte mi cariño. Porque he vuelto a confiar gracias a ti, después de todo y eso no lo consigue cualquiera,
Eres muy grande y lo que te quiero es mucho, bastante más que los kilómetros que nos separan, y que eres rubio, y del género tonto, pero si no lo fueras no serías tan genial. Gracias por tanto. Te quiero Alberto.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Un espacio en blanco.

Me levanté desorientada sin saber muy bien por qué, sin ganas de nada, tenía lágrimas en los ojos e imágenes horribles en mi cabeza. Empecé a dar vueltas a cosas que habían pasado hace tiempo, algunas años, otras un poco más recientes (meses), y todo eso hizo que me pusiese a llorar. Eran las dos del mediodía y seguía allí tumbada en la cama, nadie emtraba a llamarme y entendí que estaba sola, sola en medio de un mundo lleno de gente. Comprendí que si me quería levantar tenía que ser por mis propios méritos porque nadie iba a estar para ayudarme.
¿Qué me había pasado?, ¿en qué me había convertido? Era un monstruo, ya no podía hacer nada. Me rendí en ese mismo instante en el que me caí de la cama y golpeé mi mesilla con la cabeza.
Un hospital, paredes en blanco y tubos a mi alrededor, ¿otra vez? ¿en serio?
Había perdido todo aquello que me importaba y no sabía como seguir adelante, no tenía nadie a mi lado, simplemente un fantasma que reflejaba a mi abuelo.

Inseparables (11)

Y en ese preciso día en el que pretendía acabar con todo, apareció ella, que ironía de la vida. Ella era mi nueva compañera de habitación se llamaba Elisa y me sacaba un año. Ella era lo que yo siempre había querido ser, guapa lista, alta, delgada... Pero allí estaba ella con el mismo problema que yo y dispuesta a salir de todo aquello. Confíe en ella sin dudarlo, y ella hizo lo mismo, entre nosotras no había secretos, de repente sentí una punzada en el pecho y me acordé de María y de todo lo vivido.
Pasaron los días y era Elisa la que curaba mi herida, la que me secaba las lágrimas nocturnas y mi mayor apoyo. Recuperé la esperanza que había perdido de este mundo tan mísero, y todo gracias a ella. Volví a recibir una llamada, habían encontrado un tumor a mi padre y debían operarlo.
Se me vino todo encima, como una ráfaga de viento llevándose el resto, dejándome el dolor por no poder acompañar a mi hermano en esos momentos. Tenía claro que no era una buena hija, ni amiga ni nada. No sabía a lo que aspiraba en esta vida tan odiosa, pero tampoco me importaba. Necesitaba abrazar a mi hermano, volver a ser los de antes. Pero no podía salir de allí, no al menos sin una mentira, una mentira que sólo yo sabría. Empezaría a quejarme menos, a sonreír más, hasta volver un par de días a Valladolid a apoyar a mi familia, que en esos momentos era lo importante.
Lo más gracioso fue que todos los médicos se lo creyeron, pero no Elisa, ella realmente estaba luchando y la admiraba por ello pero yo no podía. Me enteré de que me iban a dar una semana para pasar fuera y cuando se lo conté a Elisa no se alegró, se entristeció porque dijo que yo no estaba preparada, pero nadie nace preparado para lo que la vida le tiene preparado.
Pasé dos días en Madrid con Gonzalo y famiñlia y luego marché a Valladolid, la ciudad de la que había huido hacía unos meses, en la estación estaba mi madre, mi hermano y María aunque no me lo esperaba. Mi madre parecía ida, aunque había perdido la relación con mis padres en el divorcio, mi hermano seguía tan guapo como siempre, y María había crecido, ya era una mujercita responsable y me encantaba verla así.
Me llevaron directa al hospital y llegué justo cuando mi padre salía de la operación, aunque no había salido bien y habían tenido que cerrar para no dañar otras cosas. No sabía como tomarme eso, pero el tumor seguía ahí, y cada día el riesgo era mayor, hasta el día de mi partida pasé todas las horas allí, junto a María y mi hermano escribiéndole cartas a mi padre para sentirme 'mejor'.
Ya era el séptimo día y tenía que volver a Madrid, y sinceramente lo necesitaba.


(Continuará....)

jueves, 4 de septiembre de 2014

Inseparables (10)

A veces me gustaría que las cosas no fueran así, poder estar al lado de mi madre, y d emis amigos, haberme podido despedir de mi abuelo, y justo en ese preciso instante pude recibir una llamada por primera, pero no eran buenas noticias; mi padre se había ido de vacaciones y a la vuelta había tenido un accidente de coche, estaba en coma y dudaban que fuera a despertar. De repente me di cuentade que había perdido mucho tiempo al no hablarle, pero no le podía perdonar tanto de golpe.
Empecé a empeorar, ya no quería salir de ese sitio ni tan siquiera tener visitas, solo quería desaparecer, pero no me dejaban. Las terapias se volvieron más intensivas, a veces eran incluso de choque, pero nada me sacaba de mis pensamientos.
Un día me caí en el hospital, y me hice una brecha en la cabeza. Pero no tenía a quien contárselo porque allí dentro no había hecho amigas, cada una tenía un grupo, y luego estaba yo sola leyendo libros. Otra vez más era el bicho raro, hasta con gente que pensé que me entendería.
Pasaron los días y me metí más en mi misma, y dejé que el exterior pasara frente a mis ojos. Entre pensamiento y oensamiento se me ocurrió romper una ventana y tirarme para acabar con todo. Me pasé semanas buscando algo que fuera lo suficientemente duro como para romperlo, y justo cuando lo encontré apareció una persona que sería muy especial en mmi vida.


(Continuará...)

Día sin salida.

Cuando no sabemos quiénes somos, ni que queremos, ni por qué hacemos las cosas, porque no hay motivo ara hacerlo porque te has cansado de vivir, de luchar y de sonreír sin más. Hay días mejores y días peores, pero hoy no es uno de los mejoresm más bien de los peores.
A veces me siento muy sola, y no sé por qué, tampoco es que busque el cariño y el apoyo de los demás, pero me duele saber algunas cosas. Otras veces, me siento muy triste, y solo me apetece llorar. Ya no me siento aceptada por nada ni por nadie, veo que las cosas son muy tristes, muy malas, hoy es un día nefasto. Un día de los que la gente dice que es mejor no levantarse de la cama, pero yo me he levantado y no sé que voy a hacer ahora. Veo que la gente que hay en mi vida no es definitiva solo son 'inquilinos', que se an cambiando por otros.
No quiero saber nada más de esto, de mi existencia, de mi corazón, ¿quién  va a querer quedarse para siempre, con una persona tan nefasta? A veces me gustaría cambiar y conventirme en una persona mejor y buena, pero no puedo, y no tengo nada que hacer.
Ojalá llegue ese día y por fin pueda estar a gusto conmigo misma, ojalá llegue el día en el que no me dé miedo hacer daño a la gente.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Inseparables (9)

Por fin llegué a Madrid, conseguí sacar dinero de mi cuenta del banco gracias a la tarjeta que meses atrás me habían regalado. Con el móvil llamé a la única persona que sabía que me iba a entender para ir a su casa, cuando me lo cogió me dijo que me iba a buscar en ese instante.
Gonzalo, me sacaba unos cuantos años tenía novia y un hijo,  pero yo sabía que él mejor que nadie lo entendería. Cuando llegó con el coche me monté y le conté todo, no sólo los últimos acontecimientos, y él me comprendió, me entendió y me dio su cariño, lo que no tiene precio. Pronto llegamos a su casa y todos me recibieron bien, y al ver que el chiquitín había crecido tanto me volví a echar a llorar. Gonzalo llamó a mi madre  la explicó la situación y que pasaría una temporada con ellos. Sí, estaba en deuda con ellos, y no sabía como devolverles todo lo que me habían dado.
Pasaron unos días y llegó un paquete con un poco de ropa para que me apañara  y dinero, comenzaría a ir a un psicólogo de Madrid que era muy bueno, aunque las charlas con Gonzalo eran las mejores. La verdad es que no echaba de menos mi ciudad, ni a la gente que había dejado atrás, aunque seguía hablando con Álvaro y María a través del whatsapp pero no siempre. No había hecho amigos allí, pero tampoco me importaba, era verano y me dedicaba a cuidar al pequeño y a ayudar con las labores de la casa.
Un día me desmayé por accidente y Gonzalo, con toda su buena fe tomo la decisión de que internara en un centro especial que había allí en Madrid. Llamé a mi madre para despedirme y no pude hacer más. No quería haber metido en ese aprieto a Gonzalo, pero ya no podía hacer nada, estaba cansada de prometer cosas que no iba a cumplir y quizás esto fuera la solución. Les iba a echar mucho de menos...
Me dedicaba a escribir cartas a María y a Álvaro ya que los echaba de menos pero nunca me lo perdonarían, yo tampoco lo haría.


(Continuará...)