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lunes, 16 de octubre de 2017

Quizás

Quizás el amor sea encontrar a alguien que coma las aceitunas que os sirven en aquel bar que frecuentáis porque a ti no te gusten, quizás sea el ofrecimiento en la primera cita en el que comentas que al fondo de tu frigorífico hay un bote de aceitunas esperando a ser comidas.
Quizás el amor sea contarse años después que en realidad no odias las aceitunas y poder reírse de aquel acto tan simple.
Quizás el amor sea crecer juntos, hacer crecer ese hogar del que queréis formar parte.
Quizás el amor ses cuidarse en la distancia, quererse en los momentos y no descuidarse en las peleas.
Quizás el amor está en esa primera aceituna que no comiste, o en esas ganas locas de dejarte llevar que lucías aquel día.
Quizás el amor sea confiar a tientas, sonreír sin tapujos, afrontar los miedos pa' perderlos, quedarse con los buenos ratos pero nunca con las ganas, cantar un dueto (bajo la ducha), desnudarse sin quitarse prendas de ropa, los puntos que unen las cicatrices.
Quizás el amor sea cuidarnos muchas más veces, tardes de películas, noches bajo mantas, hombros mojados, cosquillas salvavidas, pulseras que nunca nos quitamos, los relojes que nunca conseguimos de tener y los cinco minutos más que nos dedicamos.
Quizás el amor no sea estar de acuerdo siempre, si no buscar la forma de entenderse.
Quizás el amor sea unirse contra lo que otros destruyen, depositar un poco de nosotros allá donde podamos, combatir con cubos a un fuego, acoger a quien lo necesita.
Quizás el amor sea destruido por los mismos que hoy destruyen su hogar, porque recordemos que todos somos ciudadanos de un lugar llamado mundo.

martes, 10 de octubre de 2017

Por ti.

Maduraste igual que Peter Pan
dándose cuenta de que la que estaría
siempre sería Campanilla
                                         [y no Wendy].
Echaste de menos
sin implicar que volviese
                                        [él]
a poner tu vida patas arriba.
Sonreíste
como lo hace
aquel loco
                 [cobarde].
Bailaste en cada estación,
montaste en el tren
y subiste al autobús
                                [huyendo].
Cerraste bares
para cambiar las barras
por lunares
                   [de su espalda]
Perdonas fácil,
olvidas díficil
si hay daños
                     [con los años].
Quieres a ciegas
incapaz de ver
lo que te advierten
                              [mientras otros se divierten].
El sonido de tu risa,
el gesto de tu boca,
más fugaz que aquella lluvia
                                              [de estrellas].
Comerte con la mirada,
la vida y lo besos
que no nos dimos
                            [a tiempo].
Que seas,
aunque a veces no estés
a tan pocos kilómetros
                                     [como te gustaría].
Abrazarte un par (de cientos) de veces
                                                              [más],
y buscarnos como peces
                                       [en el mar].
Besaste bocas
que no sintieron nada,
mientras acariciaban
tu espalda
                  [con una bala].
Ni sapos ni culebras
pero tampoco princesas,
de esas que no cesan
                                 [en los cuentos].
Dar sin recibir,
follar y fallar,
querer sin sentir,
no querer olvidar
que vives para morir
                                 [por ti].

domingo, 1 de octubre de 2017

Costumbres.

Coger la costumbre de empezar en año comiendo una uva en cada campanada mientras intentas no atragantarte, seguida de la de comer pollo de aquella tienda de barrio el 6 de Enero.
Después de tanto tiempo, pasar el 14 de Febrero entre un par de cervezas y amigos porque eso si que es amor. Acercarme a Cantabria cada 22 de Abril también debería volverse costumbre.
Verte sonreír a través del espejo cuando me maquillo antes de salir de fiesta, para que después se me quite el pintalabios al comernos a besos en un banco cualquiera a la puerta de aquella discoteca.
Hacer muchas excursiones con esos a los que elegimos como familia día a día nada más sacarnos el carné de conducir, siempre teniéndonos que reír de la conducción del que se haya manejando el coche al ir y volver.
Recorrer todos los pueblos de la provincia y alrededores en busca de sus fiestas cada verano. Convertir en tradición ver la lluvia de estrellas tumbados a las afueras de la ciudad, con ganas de ver como se cumplen los deseos y pidiendo no perder nunca las ganas de tenernos.
Aquella mirada que precede un beso, esa sonrisa tímida que escondes a veces y el gusto de ver como te picas al apartarme de uno de tus besos. Quedar para pasear al perro, hacer rutas en bici o andando. Beber alguna copa de más, caerme y que nos ríamos cinco minutos hasta que me ayudes a levantar. Esperarte esos 15 minutos que contigo son de cortesía, mientras suena Izal en Spotify.
No dejar de subir nunca en esa montaña rusa pero tenerte por si llega la caída.