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martes, 30 de mayo de 2017

To be confused.

Confuso, como aquella tarde de otoño en la que entraste por la puerta de su casa para poner su vida patas arriba. A ella le brillaban los ojos al ver su reflejo en ese cielo que tienes por ojos, a ti te brillaba la sonrisa cada vez que se acercaba a besarte. Sentía mariposas, nada más oír tu nombre, aunque ni siquiera fuese el tuyo como tal; cuando te encontraba doblando la esquina o tu nombre aparecía en su pantalla.
Confuso, como todo aquello que no os dijistéis por miedo y vergüenza, asumiendo la pérdida antes de arriesgar. Escuchaba a Ed, Izal y los demás; y parecían canciones echas para nosotros. A ella le faltó valor y a ti te faltaron las ganas, de frenar a ese pequeño torbellino de metro sesenta dispuesto a casi cualquier cosa.
Confuso, como aquella noche que te escribió el último mensaje. Aquella noche que decidió que si tú no, ella tampoco. Sus ojos llenos de lluvia desprendían esos sentimientos que había estado callando, dejando de callar bajo la lluvia para poder ver el arcoiris en algún momento.

martes, 9 de mayo de 2017

MARIPOSAS.

Siente mariposas. Hacía tiempo que no habían desaparecido y duda de estar preparada para algo nuevo. Le asusta, es sabia. Sabe que eres la persona adecuada en el momento equivocado, que tus mensajes hay noches en las que son salvavidas y tus abrazos llegan a curara cicatrices.

No te lo va a decir, pero le encantaría ir a tomar café y acabar en cervezas como si esta vez fuese a ser distinto. No te va a decir tampoco que se mete en tu conversación escribe millones de mensajes para acabar borrándolos porque no quiere molestar, ni va a lanzar la piedra y esconder la mano.

Quizás se equivoque y no seas distinto, pero vaya mariposas cuando te ve pasar por el pasillo. Le dan ganas de montar en tu coche y subir la música para poder dejarse llevar, lanzándose al vacío. ¿La salvarás? ¿Serás quién frene su caída, o quién repare sus daños?

Domingo por la noche con señal de prohibido mariposas en la puerta de su habitación. No paran, piensa escribirte aunque no lo hace. Malditos miedos y complejos, malditos aquellos que la empujaron en la caída y quizás algún día maldito tú que no fuiste paracaídas de esta temeraria.

Si mañana te encuentra probablemente agache la cabeza tímida ante tu incredulidad. Ocultará sus ojos ante esos brazos que podrían frenar la caída.